Un consumidor crítico es consciente que comprar es un acto político, de posicionamiento ante el planeta y de quienes lo habitamos. Cada compra representa apoyar a una empresa y cada vez que uno deja de comprar, por ejemplo, a marcas que contaminan el medio ambiente o explotan a los trabajadores supone presionar a quienes causan estos daños para obligarles a cambiar sus pautas de producción y distribución. Para saber lo que compramos debemos disponer de información, y aunque la tenemos nos suele llegar tergiversada a través de la publicidad. Es importante plantearnos las siguientes preguntas a la hora de adquirir un producto: ¿En qué condiciones humanas y laborales se manufacturan los productos? ¿Cómo afectan las plantas de producción al lugar donde se ubican? ¿Cuál es el impacto ambiental de las actividades? Ser un consumidor responsable significa cuestionarse qué hay detrás de la etiqueta y ajustar los consumos a las necesidades reales: preguntarnos si lo que vamos a comprar lo necesitamos o no.
Slow Food es una asociación ecogastronómica sin ánimo de lucro que fomenta una nueva lógica de producción alimentaria; desarrolla programas de educación alimentaria y actúa a favor de la biodiversidad: http://slowfood.es/ Desde Ecologistas en Acción se está elaborando una Guía de consumo responsable de productos del mar que alerte sobre el estado de los mares y océanos y proponga opciones que compatibilicen consumo y conservación del medio ambiente. Es posible una alimentación que no provoque impactos negativos sobre el medio ambiente. La agricultura y la ganadería ecológicas ya han cogido impulso, pero el ámbito de la pesca todavía es desconocido. Ahora es el momento de hacer visible que hay otras maneras de pescar, comprar y consumir productos del mar. A continuación, te presentamos algunas guías prácticas para poner en práctica un consumo responsable y te proponemos unos días imprescindibles en tu agenda.